Está en su momento más bajo desde 1972
NUEVA YORK — Las cuentas al final de la temporada son
bastante pálidas para el bateo en Grandes Ligas, en su momento más bajo
desde 1972, cuando el uso del designado era un experimento radical en
juegos de pretemporada.
El porcentaje de bateo este año fue de .251, un declive de
dos puntos con respecto al de la pasada campaña y 20 menos en
comparación al pico de 1999, en pleno apogeo de la Era de los
Esteroides. Varios toleteros de fuste, un grupo que incluye a Ryan
Howard, Adam Dunn, B.J. Upton, Brian McCann y Curtis Granderson, ni
siquiera alcanzó ese promedio.
La última vez que el porcentaje declinó a una cifra tan
baja fue con el .244 en 1972, lo que provocó que los dueños permitieran
que los clubes de Grandes Ligas empezaran con el bateador designado al
año siguiente.
George Brett, miembro del Salón de la Fama, dice que los
tiempos han cambiado de los días en que Nolan Ryan y Goose Gossage eran
los lanzadores sobresalientes.
“Ahora sobran los lanzadores que tiran 95 (millas por hora) o más”, dijo Brett. “Cada equipo cuenta con uno”.
Durante la temporada, la mayoría de los juegos tuvieron
una sensación de estar en el pasado, y no por las promociones con
camisetas de antaño.
Justin Morneau, de los Rockies, fue el líder de la Liga
Nacional con .319, el promedio más bajo para un campeón de bateo en cada
liga desde que el extinto Tony Gwynn registró .313 para San Diego en
1988.
Mike Trout, el astro de los Angelinos de Los Ángeles,
acumuló 111 carreras remolcadas, la menor cantidad para el líder de la
Americana desde las 109 de Lee May (Orioles) en 1976. Apenas 12
jugadores consiguieron remolcar 100 o más carreras, a la baja con
respecto al récord de 59 en 1999.
“Antes solíamos decirnos que nos tocaba enfrentar al ‘ese
as’ y en caso contrario, teníamos una buena posibilidad”, comentó
Granderson tras un frustrante primer año con los Mets de Nueva York.
“Esta temporada, la constante fue que contra cada equipo siempre estabas
enfrentando a ‘ese as’, y tienden a ser tres, sino cuatro o cinco en la
rotación”.
Y también salen del bullpen. Los cerradores y preparadores
dominantes han causado que el promedio al bate a partir del séptimo
inning fuera de .241, el más pobre en las más pobre desde 1974, el
último año en que STATS sacó cuentas.
Se totalizaron 116 juegos completos, la segunda cantidad
más baja en la historia, por delante de los 112 en 2007, y por debajo de
los 1.089 en 1974.
“Son tantos los equipos con pitchers que tiran 95-98
(mph), nunca había visto tantos”, comentó el mánager de los Gigantes
Bruce Bochy.
Los equipos promediaron 4,07 carreras por juegos, la cifra
más baja desde 1981 y en descenso al compararla con el 5,14 en el 2000,
cuando los bateadores de poder arrasaban y el consumo de sustancias
para mejorar el rendimiento era rampante. El promedio de jonrones por
juego, de 0,87, no había llegado a un punto tan bajo desde 1992.
A la hora que los agentes tienen que venderle las bondades
de sus jugadores de posición a los ejecutivos, los 30 jonrones
constituyen la nueva norma, en vez de los 40 del pasado.
“El dopaje es mínimo”, dijo el manager de los Padres Bud
Black. “Pienso que ha incidido en que los promedios se hayan deprimido
en base a lo que sabemos sobre dopaje y cómo afectan al rendimiento de
un pelotero”.
Con 95 jonrones, Kansas City se convirtió en el primer
equipo de la Liga Americana en clasificarse a los playoffs, pese a
quedar últimos en los batazos de larga distancia desde que los Medias
Blancas de Chicago conectaron 97 en 1959, según STATS.
Los potchers de Oakland limitaron a .290 el promedio de
embasado de sus rivales, lo más mínimo en las mayores desde los Astros
de Houston en 1981, y el más bajo en la Americana desde 1972.
“El deporte ha cambiado. El pitcheo”, dijo el saliente
comisionado Bud Selig. “Hay muchas teorías, pero toda va en ciclos. Hay
muy Buenos bateadores que vienen surgiendo, así que es algo que no me
inquieta mucho”.
Y con semejante calidad de pitcheo, el promedio de ponches
por juego alcanzó una cifra récord por séptima campaña seguida. Los
equipos promediaron 7,70 por juego, muy por encima de los 4,77 en 1979.
“A los bateadores ya no les importa si se ponchan. Yo me
(enojaba) cuando me ponchaba. Ahora los strikes son parte del juego”,
dijo Brett.
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