12.30.2014

¿Un paso para atrás? ¡Ni para tomar impulso!

Anoche me dormí pensando en que cada día que pasa es uno menos que estamos en este mundo. Pude conciliar el sueño y cuando me desperté, seguía pensando en lo mismo. Me tomé un café y caí en cuenta que sólo quedan pocos días para el final del año. “Wow, el 2014 se me fue volando”. ¿Qué tal a ustedes?

Mientras me tomaba mi cafecito, saqué un lápiz y un papel y me puse a escribir todos los deseos que tengo para este 2015. Llegué a la conclusión que la canción más apropiada para describir lo que me propuse dice algo así: “año nuevo, vida nueva….”
Les confieso que para el 2015 me propongo no mirar para atrás, ni para tomar impulso.
Cuando era una niña en Colombia, la tradición era siempre quemar un muñeco hecho de ropa vieja a la media noche en la víspera del año nuevo. Hasta hace poco entendí realmente el significado de esta tradición. La ropa vieja son todas aquellas cosas que pesan tanto y que no nos permiten salir adelante. Lo queman para deshacerse de la basura y comenzar así como el año: nuevos y renovados.
Como seres humanos somos muy tercos, como diría mi mamá “cabeza dura”, así que en muchas ocasiones nos quedamos atorados con el pasado, tratando de nadar contra la corriente, cuando en realidad lo que hay que hacer es cambiar la página. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero créanme, no es imposible.
Un amigo muy sabio y a quien respeto inmensamente me dijo este fin de semana, “Carolina, somos tan afortunados, pero no nos damos cuenta de ello”. Tanta razón que tiene este amigo. Somos tan afortunados de tener en donde dormir esta noche, que comer y de vivir en este país, y todavía nos sentimos con el derecho de quejarnos y de pedir más.
Pareciera que no nos damos cuenta de lo obvio. Primero: la vida se pasa volando. Segundo: hay que disfrutarla sin pegarse de las pequeñeces de la vida. Y tercero: la disfrutemos o no, la vida sigue, con o sin nosotros. Si todo esto es cierto, ¿entonces porque no somos plenamente felices como siempre deseamos?
No somos totalmente felices porque no sabemos como serlo. No sabemos cuando dejar de insistir en lo que no nos conviene, y no sabemos cuándo ni cómo evitar enfocar toda nuestra energía en las cosas negativas.
En ocasiones, no permitimos que una relación mejore porque estamos aferrados a una discusión que tuvimos con una persona, o no nos atrevemos a hablar en público porque nos fue mal la última vez que lo hicimos. Ahí nos quedamos, atrapados en un miedo que no tiene fundamento. Si basamos nuestro presente en el pasado, terminaremos como cangrejos caminando, pero hasta el fondo del mar.
En esta época de fiestas, salimos corriendo al centro comercial a comprar un regalo hasta para quién nos cae mal. Cocinamos para que los invitados disfruten de la cena y nos vestimos para ser los más guapos de la fiesta. Pero, se nos olvida lo más importante: ser felices y dejar de ver al mundo por un microscopio cuando tenemos la ventana abierta con vista al mar.
¿Qué opinan?¿Será que abrimos la ventana? Amaneció y no nos dimos cuenta.

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