En el escaparate de una céntrica tienda de Nairobi, un maniquí desnudo
luce un caparazón metálico que encierra sus genitales bajo llave: es el
polémico cinturón de castidad para hombres que se ha empezado a
comercializar con el pretexto de proteger a los kenianos de sus mujeres..Seguir leyendo elnuevodiario
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